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Según Piaget (1972), el dibujo, o la imagen gráfica que produce, representa un esfuerzo en el niño por acercarse e imitar la realidad y es considerado como un intermediario entre el juego y la imagen mental, que se manifiesta alrededor de los 2 años.


Es posible realizar un recorrido del grafismo infantil, desde sus orígenes hasta su establecimiento, que va generalmente desde el garabato al dibujo complejo, atravesando por diferentes etapas. Son muchos los autores que se han dedicado al tema, diferenciándose entre ellos tanto en relación al número de etapas como a los nombres de las mismas (Luquet, 1927; Lowenfeld, 1972; Osterrieth, 1976), aunque registran, en realidad, más semejanzas que diferencias.



Piaget define el dibujo como una forma de la función semiótica que se inscribe a mitad del camino entre el juego simbólico y la imagen mental con la que comparte el esfuerzo de la imitación de lo real. Si recordamos, al final del periodo sensomotor parece la función semiótica -función fundamental para la evolución de las conductas.



En sus primeros dibujos el niño no busca reproducir una imagen, sino hacer líneas sin ningún propósito, esta actividad le produce un gran placer pues se da cuenta de poseer un poder creador y esto lo lleva a repetirlo. Pero cuando ya disfruta haciendo garabatos sin significado alguno, se da cuenta de que el dibujo representa cosas de la realidad y los goza aún más. Más tarde el niño nota una similitud casi precisa entre un dibujo y un objeto real y es cuando lo considera como representación de un objeto determinado. Pese a esta casualidad no se repite constantemente y vuelve a hacer dibujos sin atribuirles interpretación alguna ni con una intención representativa.

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En las siguientes etapas se define cada una de las etapas donde el niño aprende a representar gráficamente por medio de un dibujo. 

 

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